Santiago Nattino

El diseño nacional se ha ido forjando gracias al aporte de distintos hombres y mujeres que han comprendido el rol de su disciplina en el desarrollo de nuestro país. Uno de ellos es Santiago Nattino Allende: diseñador integral, publicista y pintor chileno asesinado en dictadura por la Dirección de Comunicaciones de Carabineros —DICOMCAR.

SU ORÍGEN ITALIANO

Si bien la inmigración italiana en Chile se remonta a la época colonial, es desde 1880 —de la mano de la industrialización— que comienza a desarrollarse con fuerza, y aún más a partir de la I Guerra Mundial.

Dicho proceso migratorio, a diferencia de Argentina, tuvo el carácter de espontáneo a través del sistema de cadena migratoria, es decir, la atracción de migrantes por gestión, información y apoyo de familiares o amigos ya establecidos.

En ese marco, el genovés Santiago Nattino Rollero, con dos de sus hermanos, deciden cruzar en barco el océano para probar suerte, llegando primero a Argentina para luego cruzar la cordillera.

Nattino Rollero se estableció en Quinta Normal y junto con Herminia Allende Carvallo tuvo dos hijos: el mayor, de nombre Juan, y el menor, Santiago como su padre, quién nace un 12 de septiembre de 1921.

SU INCLINACIÓN POR LAS ARTES

Santiago comenzó sus estudios en la Escuela Experimental Salvador Sanfuentes cerca de 1930. Él mismo señaló que “fue ahí donde comenzó su inclinación por las artes, gracias al profesor de dibujo Vicente Rozas, entusiasta y progresista grabador”. Luis Mansilla, su compañero en Sanfuentes, indicó que “a su corta edad ya era el que más destacaba en las clases de dibujo, realizando los encargos en corto tiempo y siendo ejemplo para el resto”.

Posteriormente, siguió sus estudios en el Liceo Miguel Luis Amunátegui y terminó sus estudios superiores en la Escuela de Artes Aplicadas en 1942, año en que se formaría la Unión de Cartelistas de Chile, de la cual también formaría parte.

De ahí en más, en paralelo a su trabajo en la sección de tipografía de la Casa de la Moneda, comenzó una prolífica carrera como diseñador, recibiendo muchos premios en concursos de carteles y construcción de stands, razón por la cual sus colegas lo apodaron El Atila de los Premios.

NATTINO PARA EL MUNDO

En 1947 y con tan solo 25 años de edad, Santiago Nattino obtuvo uno de los más grandes premios de su carrera, pues su obra quedó dentro de los 13 seleccionados en el Concurso Mundial de Affiches, organizado por Naciones Unidas, sobre la cooperación mutua, la paz y la cultura mundial.

Su impresión, tras obtener la mención honrosa y la suma de 100 dólares, fue de orgullo y placer, y así lo retrató en una entrevista de un periódico nacional:

“Primero porque veo figurar a un chileno en medio de tantos otros artistas que están considerados como grandes figuras… El segundo motivo, para recibir con agrado este veredicto, es que entre los compañeros de mi especialidad había bastante escepticismo. Camilo Mori me había asegurado que era probable que Chile ‘no sonaría’”.

SANTIAGO, ELENA Y SUS TRES HIJOS

Elena nació en 1930 en la comuna de Molina, al sur de Curicó. Hija de Manuel Reyes y María Carrasco. Cerca de los 15 años se traslada con su madre a Santiago, donde estudia contaduría. Luego se desempeña como secretaria en un Buffet de abogados en el centro de la capital. Su hija la describe como una mujer inteligente, previsora, curiosa y con muchas ganas de aprender. Anhelaba viajar y conocer el viejo continente, le gustaba la música clásica, el ballet y visitar exposiciones de arte.

Fue en una de esas exposiciones que conoció a Nattino, con quien se casaría por el civil en 1955 y por la iglesia en 1958. Ambos tendrían 3 hijos, Santiago, Eduardo y Patricia.

LA COLECCIÓN FABIOLA

Además de los carteles, los stands y las marcas, Nattino se dedicó al diseño de portadas de libros.

El registro más antiguo encontrado data de 1948, un año después de su premio en Naciones Unidas, cuando su amigo Eugenio García-Díaz publicó el poemario “Una ciudadela bajo la luna”.

Le seguirían distintas portadas para libros y revistas, hasta que en 1971 realizó uno de sus más destacados trabajos editoriales. Con un toque colorido y moderno que nos recuerda a la obra Saul Bass, diseñó toda una colección editorial compuesta por 10 títulos de destacados escritores chilenos. La editorial a cargo se llamó “Huda” y la colección en cuestión “Fabiola”, como la hija del creador de la editorial: Hugo Debandi, mendocino que llegó a Chile en 1968 a la edad de 31 años y retornó a Argentina tras el golpe de Estado.

DISEÑADOR INTEGRAL Y TRANSVERSAL

Así como muchos y muchas que conocieron a Nattino, su fiel amigo, el escritor Fernando Jerez, lo recuerda como un hombre callado, tranquilo, afable, querendón, con una sonrisa permanente e incapaz de hacer daño.

Sus valores, su personalidad y el trabajo que llevaba realizando en su taller, lo llevaron a desempeñar trabajos para mandantes de diversos sectores, desde campañas políticas para partidos de la centro-izquierda hasta trabajos para la Sociedad Nacional de Agricultura, cuando esta se dividía entre apoyar o no la reforma agraria.

Sus logros y premios lo llevaron a hacerse conocido, tanto así que la CORFO le solicitó hacerse cargo de su stand para FISA y más tarde, junto con Domingo Baño, de toda la decoración del pabellón chileno en la 5ª Feria Internacional del Pacífico, realizada en Lima en 1967.

SANTIAGO TOMÓ POSTURA

Con quién también estableció una relación laboral, en primera instancia, fue con el Partido Comunista de Chile, quienes vieron en él un profesional capaz de lograr una comunicación efectiva y cercana con el pueblo. Dicha relación se profundizó y Nattino pasó a militar en el partido fundado por el obrero tipógrafo Luis E. Recabarren.

Para 1970 apoyó decididamente la campaña presidencial de Salvador Allende, y más tarde, para hacer cumplir el programa de gobierno, entró a trabajar como jefe del Centro de Divulgación Técnica —CEDITEC—, dependiente del Servicio Agrícola Ganadero, cuyo objetivo era difundir en todo el país los adelantos técnicos introducidos por el SAG, así como también, apoyar a campesinos en la tecnificación de su labor, mediante folletos, boletines, libros y desplegables técnicos sobre la flora y fauna.

En todo su paso por la institución su hoja de vida se mantuvo intachable y no fue objeto de ningún sumario administrativo. Sin embargo, cuando vino el Golpe y como muchos funcionarios públicos, fue despedido a contar del día 1 de noviembre de 1973.

EL CASO DEGOLLADOS

El 28 de marzo de 1985 a las 13:30 horas, en la esquina de Apoquindo con Badajoz, fue interceptado y secuestrado. Posteriormente, fue trasladado al local de la DICOMCAR en calle Dieciocho. A la mañana siguiente llegaron, también secuestrados, José Manuel Parada y Manuel Guerrero, los tres eran profesionales y militantes del PC.

Las compañeras y familiares de estos tres hombres junto con organismos de Derechos Humanos comenzaron una vertiginosa carrera a contra reloj para poder dar con sus paraderos. Sin embargo, cerca de las 13:00 hrs. del 30 de marzo, un comerciante que iba en carreta rumbo a Quilicura divisó los 3 cuerpos al costado del camino.

Al saber la cruda noticia, Elena Reyes, compañera de Nattino, tuvo que adentrarse en un mundo desconocido, complejo y frustrante: el de intentar obtener justicia en plena dictadura. Ahí conoció a las compañeras de Parada y Guerrero, Estela Ortiz y Owana Madera. Con ellas emprendieron marchas, pusieron recursos de amparo, iniciaron huelgas de hambre, realizaron homenajes y un sin fin de actividades, todo por sus compañeros caídos, todo para que sus asesinos no quedaran impunes.

Recién en 1995, diez años después, su lucha pudo terminar. Con el trabajo del juez José Canovas y luego con el del juez Milton Juica, la Corte Suprema ratificó cinco de las seis condenas a presidio perpetuo de los ya exfuncionarios de la DICOMCAR, además de un civil colaborador de carabineros.

Por la vida y la obra gráfica de Santiago Nattino, por la entrega y la lucha de esa gran mujer infatigable y por su descendencia, es que se construye este archivo, el Archivo Nattino.